El Faro de Melilla
SIEMPRE DON... Y SIEMPRE ÁNGEL
AY, AMIGO! Me acabo de enterar de tu partida y me ha dejado rota. Has estado presente durante tanto tiempo que nunca pensé que me faltarías. ¡Y cómo duele! El primer recuerdo que tengo de ti es de cuando tenía 5 o 6 años, cuando me rompí los dientes. Ahí estabas tú: me cogiste de los brazos de mi madre y me llevaste corriendo a las fuentes. Recuerdo cómo te dejé la camisa hecha un cristo, y desde ese momento en que me agarraste, no me volviste a soltar. Se me arremolinan tantos recuerdos ahora mismo que no sabría por dónde empezar. Pero me quedo con tu sonrisa cada vez que nos veíamos o cuando iba a visitarte a tu despacho. Me quedo con tus abrazos y tus consejos. Y me quedo con tu: —¿Tía, alguna vez me vas a quitar el “Don”? Y no, nunca te lo pude quitar. Para mí siempre fuiste y serás Don Ángel, una de las mejores personas que he conocido y conoceré. Permíteme, amigo, que robe un escrito tuyo. Fue hace muchos años, 25 para ser exactos. También era un réquiem por alguien muy querido, y que sin duda estaba en primera fila esperándote cuando has subido para arriba (porque no me cabe duda de dónde estás ahora mismo). En él decías: "Seguirás aquí, sin moverte de aquí, porque estarás siempre en el corazón de la gente que te quiere… que es mucha." Yo también he decidido seguir viéndote y respondiendo a tu eterna sonrisa. He decidido seguir sentándome en tu despacho. He decidido seguir esperándote los Viernes Santos en "nuestra esquinita", para que me des unas estampitas de la Sole. He decidido no olvidarte nunca. Gracias por guiarme tantos años…y esta vez, sin que sirva de precedente, te haré caso. Hasta siempre, Ángel. Maestro. Amigo. Por favor, sigue a mi lado… sin soltarme, siempre. Seguir leyendo
Las tarifas que se muestran se aplican a las compras a través de la plataforma web de Kiosko y Más