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El Cultural

MARCOS-RICARDO BARNATÁN

Marcos-Ricardo Barnatán es un escritor argentino que se incorporó hace muchos años a la República española de las letras. El oráculo invocado o Los pasos perdidos y especialmente Todas las noches del mundo son libros en los que se desgrana su intenso aliento lírico. Publica ahora Marcos-Ricardo Barnatán, en Visor, Ritual, que no es propiamente un libro de poemas sino la agenda de notas de un poeta. Su lectura eriza a ráfagas porque refleja el entendimiento que de la vida tiene un hombre inteligente, de insólita cultura, admirador de Borges. Son muchos los que piensan que Jorge Luis Borges, en Hombre de la esquina rosada, escribió el mejor español del siglo XX. Barnatán, que recuerda a Octavio Paz y la tragedia de su biblioteca incendiada; y a Vicente Aleixandre y el cedro que plantó en Velintonia, hace prosa y verso temblorosos cuando habla de Borges y de la inestable compañía de María Kodama. Se refiere entonces a los destinos inexplicables, tan cerca ya de la “noble ancianidad”, mientras la muerte se esconde en su “reloj azul”. Esa muerte a la que Borges dedicó un soneto profundo. Sabe Barnatán que también a él le espera un recóndito tesoro, la vasta y vaga y necesaria muerte. En Ritual, la noche ilumina las mansardas de París, lejos del lugar donde duermen abrazados los huesos y las almas de los seres queridos del poeta, bajo la sombra de una tumba que creció enlodada El poeta recorre ya el último pasillo de la vida, ázima luna de la libertad, milenario pacto que le otorgó la tierra prometida y que, entre el rosmar del amor incierto, encendió las madrugadas de su vida. Escribe entonces con extravagante caligrafía en torno a ese puente sobre el Sena en el que Paul Celan abrazó todas las aguas, allí donde Jorge Luis Borges se hizo piedra labrada. Las casas fundacionales se diluyen entonces en la opaca memoria del poeta que anota en su agenda lírica: “Implacables en un ayer lejano se iluminan en el sueño y en la vigilia”. Y se pregunta Marcos-Ricardo Barnatán: “¿Soy yo acaso un fantasma que recuerda sonámbulo el paraíso que jamás existió?”. Ha llegado el momento de desnudar su sangre allí donde sobreviven las astillas de las derruidas sinagogas que arrasaron las turbas sobre la crueldad del horno azul y de las sombras encendidas. Y responde el poeta a la llamada de Rafael Alberti para escribir: “La Pintura desgarra ardiente la oquedad de la tela; la Pintura es el sólido cimiento de la armonía; la Pintura es la líquida esencia que se derrama; la Pintura es tiniebla vencida por una vertiginosa espada; la Pintura es la llamarada que ilumina la noche; la Pintura es la fiesta de la luz y es la fiesta del negro; la Pintura es áurea perfección que siempre permanece; la Pintura es incesante y audaz; la Pintura es, en fin, la honda batalla que promete sueños y victorias”. Esplendor de las letras, Barnatán se refiere a Maimónides, a la ciudad de Safed y a la Torá en el Sinaí, y podría repetir con San Juan de la Cruz: “oh noche que guiaste, oh noche amable más que el alborada, oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada”. El poeta argentino español se siente sacudido por la cultura que le envuelve y condiciona. Relee a continuación el Gilgamesh, recuerda con generosidad a César Antonio Molina y al admirado pintor José Manuel Ciria y recibe de manos de Milosz la llave de oro de la ciudad de las letras, la que abre el mundo a la verdad que nos hace libres. Seguir leyendo

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